El último vuelo de Air Berlin, hasta hoy, la segunda aerolinea alemana

Fundada a finales de los años 70, Air Berlin era hasta ahora la segunda mayor aerolínea germana, por detrás de Lufthansa. En agosto se declaró insolvente y desde entonces garantizaba sus servicios gracias a un crédito estatal de 150 millones de euros garantizado por el Estado alemán.

flights-airlines--Air_Berlin_Aicraft--620x300 (1)

La aerolínea alemana, acuciada por las deudas y en una situación financiera insostenible, desaparece para ser vendida por partes a otras compañías de la competencia

Más allá de las cifras y las decisiones empresariales, los últimos vuelos de Air Berlin demuestran que detrás de las empresas hay historias humanas y vida compartida. Proyectos e ilusiones, como las de Bettina, azafata de vuelo durante más de 30 años y que ha escrito hoy sobre el fuselaje del último avión un enorme «GRACIAS» con un rotulador rojo.

«Después de los primeros seis meses de prueba, cuando mi contrato fue ya fijo, mi novio y yo tomamos la decisión de casarnos. Parece que fue ayer, todo ha sucedido muy rápido, pronto nació mi hijo Alexis, que ha crecido entre vuelo y vuelo», relata. Bettina regalaba a su hijo un corazón de chocolate de Air Berlin después de cada travesía y Alexis se prepara hoy en día para ser piloto. «Yo fantaseaba con la idea de que alguna vez mi hijo pilotase uno de estos aviones y ahora sé que eso no pasará.

Bueno, hay muchas otras aerolíneas, no lo lamento tanto por él, pero sí por muchos otros compañeros más jóvenes que yo y cuya trayectoria personal queda truncada», lloriquea en el aeropuerto de Tegel, aferrada a una copa de champán con la que la tripulación ha querido despedir los últimos momentos de trabajo conjunto.

«En este día triste, Air Berlin agradece a todos sus trabajadores, socios y pasajeros que durante muchos años nos otorgaron su confianza», reza el comunicado de despedida publicado por la empresa y que ha sido leída por los comandantes de vuelo en todos los últimos trayectos. «Air Berlin les desea siempre aterrizajes felices y ¡qué les vaya bien! en nombre de todos los empleados».

«Quiero demostrar a todos que sigo a bordo hasta el último minuto», decía por su parte y entre lágrimas el jefe, Joachim Hunold, que a sus 68 años y como buena parte de la plantilla, enlaza este fin de trayecto con la jubilación.