Al dirigirse a la nación el sábado para explicar a la ciudadanía quién estuvo tras los ataques en París que dejaron 129 muertos, el presidente francés Françoise Hollande culpó de la masacre a la “guerra de un ejército terrorista, un ejército “yihadista”, de Daesh, contra Francia”.
Y muchos quedaron asombrados del nombre que usó el presidente francés para referirse al autodenominado Estados Islámico (EI, o ISIS como también se le conoce)
En una rueda de prensa este lunes en la embajada de Estados Unidos en Francia, el secretario de Estado, John Kerry, también llamó al grupo que reivindicó la autoría de la masacre de París como #Daesh.
Pero ya antes de que se produjeran los ataques en París, la semana pasada en Bruselas, Kerry había usado el término, junto al tradicional ISIS (siglas en inglés de Estado Islámico de Irak y el Levante).
Washington y sus aliados siempre se han negado a referirse al grupo como Estado Islámico, que es la denominación que adoptó el año pasado al final de la agresiva campaña con la que se apoderó de grandes territorios en Siria.
¿Por qué ahora empiezan a llamarlo de otro modo? ¿Qué hay detrás de un nombre?
Apelativo despectivo
Cuando políticos y académicos rechazan llamar "Estado" a EI lo hacen por considerar que sería reconocerle una entidad política que no quieren atribuirle.
Otros indican que el calificativo de "islámico" perjudica a los musulmanes porque termina identificando a su religión con las prácticas violentas de los "yihadistas".
En la definición clásica, un Estado es el conjunto de una sociedad organizada política y económicamente en torno a instituciones y leyes que habita un territorio y que, por lo general, es sujeto del derecho internacional.
Muchos señalan que EI cumple con varias de esas características: ocupa amplios sectores del norte de Siria, donde controla a la población mediante un radical código legal basado en una interpretación extremista del Corán, explota recursos y hasta cobra una especie de impuesto.
Además EI no es visto por muchos como un grupo extremista al estilo de su precursor, Al Qaeda, sino como un verdadero poder militar organizado que ya ha demostrado su capacidad al enfrentarse con las fuerzas armadas de Irak y desalojar grupos rebeldes sirios que combaten contra el presidente Bashar al Asad.
Daesh en realidad significa lo mismo que ISIS, es el acrónimo árabe de al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-Sham (Estado Islámico de Irak y el Levante) pero a los aludidos no les gusta que se use para referirse a ellos porque tiene implicaciones despectivas.
La razón parece estar en la pronunciación. Daesh suena muy similar a la palabra árabe “Daes” que significa “alguien que destroza con los pies”, o a la de “Dahes” que quiere decir “alguien que fomenta discordia”.
Viejo nuevo nombre
El domingo, el grupo de hackers Anonymus también usó el nuevo nombre en un mensaje en su cuenta de Twitter prometiendo iniciar una “guerra cibernética” contra EI.
“No recomiendo usar el término Estado Islámico porque desdibuja la línea entre Islam, musulmanes e islamistas” dijo en un comunicado septiembre de 2014 el canciller francés Laurent Fabius.
“Los árabes los llaman Daesh, y yo los llamaré los degolladores de Daesh”, dijo Fabius.
Sin embargo, aunque novedoso para oídos occidentales, prensa y gobiernos del mundo árabe ya se refieren a EI con el acrónimo #Daesh.
Según un reportaje de la cadena NBC, los líderes de EI han amenazado con cortar las lenguas a quienes agarren usando esa palabra para referirse a ellos.
Sin necesidad de llegar a extremos, es cierto que las palabras tienen poder.
Cualquier estratega de comunicaciones advertirá que las marcas deben evitar siempre resonancias negativas, empezando por sus propios nombres.