Antojos, que son y porque suceden

Hoy en día la psicología de la alimentación es considera una especialización tanto dentro del campo de la psicología, como en el campo de la nutrición. Cada vez se sabe más de cómo determinados nutrientes influyen en la bioquímica de nuestro cuerpo-mente-cerebro, y también acerca de la compleja conexión que existe entre las emociones, las experiencias de la infancia y los alimentos. Se trata de un área en pleno desarrollo, que requiere de un gran entendimiento de ambas disciplinas. Un buen ejemplo a considerar son los antojos.


¿Qué son los antojos?
Son el deseo de un alimento específico. Tienen la característica de desear un sabor en particular, o de una comida en particular, y que esta necesidad se manifiesta como una urgencia. Para muchos, el no poder controlar sus antojos representa el mayor obstáculo que lleva a no poder mantener un peso saludable ni sostener buenos hábitos alimentarios.
Desde la psicología de la alimentación se reconoce a los antojos como sensaciones (señales) por las cuales se nos informa que hay algo en nosotros que está fuera de balance y la urgencia para atenderlo es la forma en que nuestro cuerpo comunica volver al equilibrio y llamar nuestra atención. Nuestro organismo siempre busca la supervivencia y mantenerse en equilibrio. Para ello contamos con un muy delicado sistema de autorregulación, el cual nos mantiene en homeostasis (equilibrio), tanto fisiológico o psicológico.

El gran conflicto surge porque tendemos a confundir los mensajes y sensaciones provenientes de nuestro propio cuerpo. Debemos intentar reconocer los antojos, e interpretar cual es el desequilibrio que están comunicándonos: ¿tengo hambre verdadera (necesidad de nutrientes) o lo que siento es bronca, estrés, tristeza, aburrimiento o soledad?
Cuando una persona se da cuenta que la comida la domina, en realidad se encuentra desadaptada en cuanto al reconocimiento y manejo de sus propias señales internas y emociones. Si en lugar de simplemente tratar de calmarnos con comida, nos detuviéramos a sentir, reconocer, observar y aceptar estas sensaciones, no estaríamos dándole de comer al cuerpo, cuando el cuerpo no tiene hambre de nutrientes.

El comer así se convierte en una experiencia desadaptativa, porque en lugar de permitirnos sentir y reconocer lo que realmente nos pasa, eligimos comer, comer y comer (parando cuando ya no damos más) porque no era hambre verdadera lo que estábamos sintiendo, sino mensajes de otras necesidades que están pidiendo ser satisfechas.