El cierre de la frontera con Venezuela en La Guajira ha generado una enorme crisis en esa región del Caribe. Se cree que más de mil colombianos han regresado desde el vecino país por cuenta de las tensiones que se viven con el gobierno de Nicolás Maduro.
Pero el éxodo es tan solo uno de los problemas que aquejan a uno de los departamentos más pobres y apartados de Colombia. Otra tragedia, más invisible pero no menos importante, se cierne sobre esa tierra: el contrabando.
A pesar del cierre de la frontera, las largas filas para comprar alimentos continúan. Centenares de venezolanos llegan en búsqueda de pasta de dientes, granos, arroz, harina pan para hacer arepas, entre otros. Los ciudadanos del país vecino llegan a La Guajira pues viven múltiples controles de la Guardia Nacional cada vez que van a hacer mercado: hay que dar el número de cédula, dirección, número de miembros de cada familia. Ese censo arroja la cantidad de bienes que una persona puede comprar.
Sin embargo, el tema clave para el contrabando es la gasolina. Las filas más largas y notorias son las de los vehículos en las estaciones de gasolina de las subsidiarias de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Corpoven, Maraven y el Trébol. Cada persona que quiera llenar el tanque de su carro debe dar su número de identidad, el número de placa, la marca del vehículo y el kilometraje recorrido.
El problema para la gente de la región es mayúsculo. El galón de gasolina extra, que en Colombia cuesta más de 10.000 pesos, en Venezuela se pagaba a 250 pesos colombianos hasta el día del cierre de la frontera. En territorio venezolano una camioneta cuatro puertas de 33 galones se llena con 8.250 pesos colombianos, es decir: dos dólares y cincuenta centavos.
Esa realidad ha hecho que en el lado colombiano el mercado negro no sólo abunde, sino sea muy atractivo. En La Guajira esa gasolina se vende en pimpinas de cinco galones. Antes del cierre de la frontera su precio era de 12.000 pesos y, ahora, cuando escasea, puede rondar 20.000 o más. La semana del 7 de septiembre en Maicao y Riohacha se pagaba a 16.000 pesos, pero el viernes ya la pimpina se vendía a 35.000 y el galón a 7.000.
Una de las formas más fáciles de pasar gasolina es a través del transporte de pasajeros en los vehículos grandes, los Fairlane, LTD, Malibú y Mercury. Los dueños de estos viejos carros, con capacidad para 120 litros, transportan pasajeros desde la plaza de toros de Maracaibo hasta Maicao. Allí llegan y vacían la gasolina que les queda y se regresan a Venezuela con la reserva.
A pesar de que el contrabando de gasolina es uno de los principales problemas para le economía y el orden público de La Guajira, pues muchos dicen que en ese mercado negro podría participar la guerrilla y las bacrim, es muy poco lo que se ha podido hacer para detenerlo. Estas son las principales trampas de ese negocio ilegal:
1) Así burlan el cupo en Venezuela
En las calles de Sinamaica, cabecera municipal de La Guajira venezolana, vecino con el municipio colombiano de Uribia hasta Maicao, un niño wayuu de 12 años agita un letrero ofreciendo pagar a 1.800 bolívares cada 20 litros de gasolina que los vehículos lleven en sus depósitos de combustible. La oferta la hace a la vista de todos, incluso delante de soldados del ejército que patrullan las calles y de quienes se dice piden una comisión por su silencio.
Para cada control existe una artimaña. Cuando alguien compra gasolina en los camiones que viajan hacia Colombia, lo hace dando los números de placas de otros vehículos. Ese cupo que da el gobierno venezolano a cada ciudadano lo cubren llenando las pimpinas que cruzan hacia Colombia. En Venezuela llaman a esta práctica contrabando de extracción.
Los controles son realizados por los miembros de la Guardia Nacional, una poderosa agencia estatal que cumple funciones policiales, portan armas pesadas, son soldados pero no son ejército, son antinarcóticos, pueden incautar divisas y ejercen funciones aduaneras.
Las ciudades más cercanas a la frontera colombiana son Maracaibo, capital del estado Zulia, a 120 kilómetros de Paraguachón; y los municipios de Guajira (antes Páez), limítrofe con Uribia, y Mara, limítrofe con Maicao. De esas tres poblaciones salen la gasolina y los bienes de la canasta familiar que cruzan la frontera colombiana que tanto le duelen a Maduro.
Todo lo que Venezuela denomina contrabando pasa por 11 alcabalas, unos puestos de control donde están miembros de la Guardia Nacional y de la Oficina de Aduanas.
Los camiones que salen cargados de gasolina desde Maracaibo deben pasar 11 controles. El primero es Nueva Lucha, antes del puente sobre el río Limón. El pasado sábado 12 de septiembre, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana les dio justo en este punto el primer golpe a los contrabandistas. Las autoridades venezolanas incautaron un cargamento que contenía 1.400 kilos de harina de maíz, 218 kilos de pasta, 243 kilos de mayonesa, 2.620 unidades de jabón, 180 unidades de lavaplatos y 1.400 unidades de yogurt.
Pero lo más grave es que uno de los detenidos con el contrabando se llama Douglas Chacón, hermano del alcalde de La Guajira venezolana, Hebert Chacón. El mandatario salió a defender a su hermano diciendo que se dedica a la producción agropecuaria.
El puesto está en manos de 20 miembros de la Guardia Nacional. Luego viene el control en el puente sobre el río Limón donde están el Ejército, la Guardia Nacional, la Policía y la Oficina Nacional de Extranjería (ONIDEX). Luego cada 10 minutos hay nuevos controles en La Guajira, Mara, Paraguaipoa, Moina, Guarero, Las Cruces, Caujarito y Rabito hasta llegar a Paraguachón.
En Colombia no se sabe cuál es la cantidad de gasolina que ingresa de contrabando proveniente de Venezuela. Según Eulogio Del Pino, presidente de PDVSA, en declaraciones publicadas en El Universal de Caracas el viernes 11 de septiembre, se han dejado de vender 1.842.105 galones diarios. Esto les habría representado pérdidas por 2.520 millones de dólares anuales.
Si las cifras del vecino país son ciertas, a Colombia ingresarían mensualmente provenientes de Venezuela 55.263.150 millones de galones de gasolina. De esos, las autoridades sólo han podido incautar 218.933 galones en seis meses.
El presidente Nicolás Maduro exigió al presidente Santos que controlara el contrabando que estaba desangrando a Venezuela. Sin embargo, para todos los que viven en esa región de ambos países el comercio de gasolina ilegal es tan evidente, que las pimpinas se venden en cada esquina.