Fue tan pintoresco que hasta se prepara una película, en la que el soberbio Michael Caine, el más grande de los actores ingleses vivos, se ha declarado ya dispuesto a participar.
El encanto, entre comillas, del robo, el mayor de la historia de Inglaterra, con un botín de 18 millones de euros en joyas, radica en que fue cometido por media docena de abuelitos.
La edad media de la banda era de 65 años. Su líder, Brian Reader, que convalece rodeado de policías en el hospital y al que se le dan solo unos meses de vida, es un clásico de los atracos de guante blanco que tiene 77 años y al que apodan «El Maestro» o «El Gobernador».
Brian Reader, lider de la banda de ladrones, 77 años
Solo hay otro robo comparable por su dimensión, el del tren de Glasgow de 1963,considerado el robo del siglo, pero los abuelos de Hatton Gardens quintuplicaron aquel botín.
Este miércoles por la tarde los abuelitos han escuchado sus sentencias, excepto Reader, que padece un cáncer de próstata y ha sufrido además un derrame cerebral, por lo que recibirá más tarde su pena.
El juez Christopher Kinch ha condenado a siete años de cárcel a tres de los cabecillas, todos de suburbios del Gran Londres y con pasado de ladrones: John Kenny Collins, de 75 años; Daniel Jones, de 61 y Terry Perkins, de 67. Criminales con modales a la antigua usanza, dijeron al juez “gracias, su señoria” tras escuchar sus condenas.
Jones, que había trabajado un tiempo como abogado, dice que recayó en los malos habitos tras la muerte de su hijo. Escondió parte del botín en las tumbas de dos familiares en el cementerio de Enfield. Solo ha aparecido la tercera parte de lo robado, a pesar de que en la investigación han intervenido 200 policías.
Además, no se ha logrado dar con uno de los ladrones, apodado Basil, un expolicía que en las imágenes de la cámara de seguridad lucen una peluca roja. Se cree que sus conocimientos en seguridad fueron claves para que no saltasen las alarmas.
Lo cierto es que los abuelos se lo tomaron con calma. Comenzaron a robar en Viernes Santo, en Abril del 2015, aprovechando las vacaciones en el barrio de las joyerías del Norte de Londres.
Vestidos con uniformes de operarios del gas, se descolgaron por el hueco de un ascensor y taladraron con una broca industrial que se reveló endeble para hacer el orificio y entrar en la cámara acorazada.
Sin inmutarse, se fueron y regresaron el domingo con nuevo equipo, día en que ya lograron completar el robo. «El Maestro», el cerebro, solo acudió el primer día (llegó hasta allí en autobús, con su pase de jubilado) y ante las complicaciones se retiró del asunto. Años atrás ya había cumplido una pena de ocho en la cárcel y no quiso nuevos líos.
También han sido condenados este miércoles los cooperadores Carl Wood, de 59 años (6 años de cárcel) y William Lincoln, de 60, a 7 de carcel.
El juez explicó que en la vista no se había podido probar si es el mayor robo de la historia de Inglaterra, “pero marca un hito por su escala y ambición y por la organización de la banda y el valor de las propiedades robadas”
El pub The Castle, al Norte de Londres, es pequeño y ocupa una esquina. Su fachada la han pintado de verde pálido y el techo de su única planta ofrece una rara y optimista terraza.
Durante tres años, allí se juntaban cada viernes cuatro plácidos jubilados de pelo blanco: Brian Reader, de 77 años; John Collins, de 75; Terry Perkins, de 67, y el benjamín de la cuadrilla, Daniel Jones, un chavalín de 60.
Los asaltantes entraron en la bóveda a través de un agujero de 45 cm de ancho (17.7in) hecha por un taladro de alta resistencia
Se les veía entretenidos. A veces consultaban un computador portátil. Otras intercambiaban revistas y folletos. En ocasiones la tertulia se animaba y la prolongaban en el vecino Scotti’s café.
La pandilla, que suma 278 años entre los cuatro, estaba preparando lo que resultó ser el saqueo de 75 cajas de seguridad, llenas de diamantes, oro, relojes y efectivo.
El pub donde meditaban se encontraba a un par de kilómetros del depósito. Con el portátil compraban taladros por internet y miraban vídeos de YouTube sobre cómo perforar paredes. Las revistas que ojeaban eran de joyería fina.