El sándwich hipercalórico que «mató» a Elvis Presley

Elvis Presley

Una pelvis de infarto, una voz inolvidable y, para su desgracia una buena cantidad de kilos. Si por algo destacó Elvis Presley durante la última etapa de su vida fue por haberse vuelto un poco más ancho de lo que había sido en su infancia.

Pero no era para menos, pues disfrutaba metiéndose entre pecho y espalda algunas recetas tan hipercalóricas como la del «sándwich Elvis».

Llamado así por ser su favorito, este emparedado contaba con el 92% de la grasa que debe ingerir un adulto de forma diaria y estaba elaborado principalmente con plátano y bacon. Así se afirma en decenas de vídeos de YouTube.

Elvis Presley Sandwich

Dicha bomba de calorías era tan grasienta que, según se dice, pudo colaborar en su muerte prematura, cuyo aniversario se celebra el 16 de agosto. Con todo, a día de hoy es imposible poner la mano en el fuego por esta teoría, pues también se baraja que el infarto que hizo que el «Rey» se fuera al otro barrio fue producido debido a la ingente cantidad de medicamentos que se tomaba. A un lado quedan las leyendas que afirman que aún sigue vivito y coleando por Estados Unidos.

No obstante, lo cierto es que no sería raro que la comida hubiese colaborado en su muerte, pues, en los últimos años de su vida, solía ingerir hasta un total de 12.000 calorías al día. Esta cantidad es considerablemente superior a las 2.000 que, según los nutricionistas, debe comer un hombre adulto para estar completamente sano. Calorías o medicamentos, lo que es tan cierto como su capacidad para bailar es que Elvis disfrutó demasiado comiendo en la última etapa de su vida.

El sándwich de la muerte

En el caso de este sándwich, la leyenda dice que el «Rey» solía dar buena cuenta de al menos dos de ellos por jornada. Con todo, y a pesar de las habladurías, también existen testimonios como el del cantante Joe Esposito que afirman lo contrario.

«¡Tal y como se cuenta parece que era todo lo que comía! Aquel sándwich era un “regalo” que se hacía de vez en cuando, pero no se comía cinco o seis de ellos al día, sino uno. Eso si, cuando te lo comías, te sentías como si pesases un kilo más», destaca el músico en declaraciones recogidas por Pamela Clarke Keogh en su obra «Elvis Presley: The Man. The Life. The Legend».

Lo que sí está claro es que lo adoraba. De hecho, la leyenda cuenta que le gustaba tanto que, en una noche de 1971, viajó junto a dos policías desde California hasta Denver para probar uno de estos bocadillos en su restaurante favorito. ¿La razón? Los agentes le dijeron que nunca habían probado tal manjar, por lo que el cantante decidió darles un paseo en su jet privado. Cuando el trío llegó al lugar, Elvis pidió que les preparasen 22 emparedados. Esta fiesta de las calorías terminó con champagne, bebidas alcohólicas de todo tipo y, muy probablemente, una resaca de caballo.

Últimos días
La comida y las drogas acabaron con Elvis. Sus últimos días mostraron a un cantante cansado, derrotado y excesivamente pasado de peso. De hecho, los kilos de más le impidieron incluso cantar y bailar. Con el paso de las semanas, empezó a ser costumbre en él dar los conciertos sentado. Y es que, de otra forma, la falta de aire le impedía acabar las canciones.

A nivel emocional el peso de su divorcio no le ayudó a mejorar su estado de ánimo. Lo mismo que el alejamiento de su hija.

Finalmente, un 16 de agosto de 1977 Elvis Presley murió en su baño. Según el forense, por un infarto. «Más de 75.000 personas acudieron a su entierro en el cementerio de Memphis. Para evitar el saqueo de las tumbas, como en efecto estuvo a punto de ocurrir pocos días después de las exequias, muy pronto su cadáver sería llevado a Graceland», añade el autor.