“La Tumba”, el aterrador lugar de tortura del Sebin

No hay sonido, sólo sus voces, no hay ni sol, ni luna, ni tiempo, porque no tienen reloj

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El aislamiento, silencio,  falta de luz y aire natural, pérdida de la noción del tiempo, frío, enfermedades mal curadas, amedrentamiento,  amenaza constante y  falta de información, hacen que “La Tumba” sea el lugar predilecto de Plaza Venezuela, en el que funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebín) practican la “tortura blanca” contra opositores.

La Tumba está ubicada en el cuarto sótano de la edificación y cuenta con siete celdas, entre las que están recluidos opositores como Lorent Salehv y Gabriel Valles Sguerzi, quienes están encerrados bajo condiciones infrahumanas en reducidas celdas de dos por tres metros, sin ventanas ni baño.

“Allí no hay sonidos, no hay ventanas, no hay luz natural ni ventilación. Solo se escucha el paso del Metro de Caracas, encima de la cabeza. Las siete celdas de dos por tres metros están alineadas de forma continua, una detrás de la otra, por lo que los detenidos no pueden verse. Piso y paredes blancas, rejas grises, con una apertura por donde les meten la comida.

Cama de cemento blanco, mesa de cemento blanco. Los detenidos pasan las 24 horas del día encerrados vigilados por cámaras y micrófonos. Sólo estiran las piernas cuando tocan un timbre interno para ir al baño, y hay veces en que no los sacan, por lo que tienen un bote previsto para esa emergencia. No hay otro color. Sólo blanco y gris. No hay sonido, sólo sus voces, no hay ni sol, ni luna, ni tiempo, porque no tienen reloj, por lo que no tienen noción de la hora, y no se saben si realmente es de día o es de noche”, relató la abogada Tamara Sujú Roa al diario ABC.

Allí el aire acondicionado a cero grados funge como mecanismo de tortura, es decir, cuando quieren castigarlos, se lo ponen bien frío. Comen en el suelo, sentados en el pequeño espacio que queda entre la cama y la reja. Visten uniforme caqui, y sólo pueden usar su ropa en la hora de visita. Sólo tienen permitido que los vean dos personas cuyos nombres ellos dieron cuando llegaron allí.

Por su parte, el abogado Omar Mora Tosta dijo al medio español que los carceleros practican la “tortura blanca” o la “muerte blanca”, que acaba quebrando la voluntad de los detenidos para obligarlos a firmar documentos en los que se declaran culpables y comprometen a terceras personas.