El actor y director ha fallecido en su casa de Las Vegas por causas naturales y rodeado de su familia
Jerry Lewis, la leyenda de la comedia y una de las últimas caras del Hollywood clásico, ha fallecido hoy domingo por causas naturales y rodeado de su familia a los 91 años en su casa de Las Vegas.
Jerry Lewis, que comenzó su carrera artística en un dúo humorístico con Dean Martin en bares, radios, se convirtió en los años sesenta en uno de los rostros más importantes de Hollywood, logrando el mayor contrato en exclusiva de la época, gracias al éxito en taquilla de su habilidad para las muecas.
En Paramount, que lo firmó con un contrato de 14 película en siete años por 10 millones de dólares, se convirtió en el nombre más importante y allí logró libertad absoluta para hacer todo lo que quisiera. En aquella época estrenó El botones (1960), El profesor chiflado (1963) y Las joyas de la familia (1965), dirigidas por él. Sus personajes maniáticos pero adorables se multiplicaban y repetían.
Hijo de padres judíos, “Lewis” nacio como Joseph Levitch en Newark, Nueva Jersey, EEUU el 16 de marzo de 1926. Sus padres trabajaban en el mundo del espectáculo y el pequeño Lewis ya cantaba en giras cuando tenía cinco años. Dejó el colegio un año antes de terminar sus estudios, y se dedicó a practicar la interpretación, simulando detrás de los escenarios que hablaba o cantaba moviendo la boca en consonancia.
Lewis se casó dos veces, la primera en 1944. Después de 38 años, el matrimonio se disolvió. Con su primera esposa, tuvo cinco hijos, y adoptaron uno más; de esa familia, su hijo Gary resalta porque durante la mitad de la década de 1960 tuvo una serie de éxitos importantes en el Hit Parade con el grupo Gary Lewis & The Playboys. Se volvió a casar en 1983, y adoptó entonces una hija.
Su humor, levemente basado en el dúo de Abbot y Costello, era especial y diferente a lo visto hasta entonces. Los dos llevaban las situaciones a extremos maníacos y absurdos, lo que impactó fuertemente en un segmento importante del público.
Su debut, junto a Dean Martin, lo hicieron en 1949 de la mano del productor Hal Wallis, en la película My Friend Irma. A esta película siguió una secuela, y otras varias durante los siguientes seis años, en los que Lewis y Martin permanecieron juntos.
El cine siempre lo compaginó con su labor humanitaria como el presidente de la Asociación contra la Distrofia Muscular, por la que año tras año hasta 2011 presentaba un maratón solidario en EE UU.
En uno de esos eventos fue precisamente donde se reencontró con Dean Martin, del que se había separado en 1956 en una de las peleas de ego más recordadas de Hollywood. “Fue una estupidez”, resumía el año pasado: “Dean era bueno en lo que hacía y yo era bueno en lo que hacía.
Yo escribía la escena, tres, cuatro páginas de material, y en un segundo él era capaz de interpretarlas como si lo hubiera hecho toda la vida”. El miembro del Rat Pack y Lewis no hablaron durante 20 años.
Aunque su fama nunca igualó a la de su época dorada, Lewis tuvo una segunda vida cinematográfica en un papel más secundario. En 1982, Martin Scorsese lo recuperó en un papel autoreferencial en El rey de la comedia y en 2016 estrenó sus dos últimas películas: Max Rose, la primera que protagonizaba desde Funny Bones (1995), y Policías corruptos, donde tenía un pequeño cameo.
También ha muerto sin que jamás se estrenará, como él mismo prometió, El día que el payaso lloró (1972), 'película prohibida' sobre un payaso en un campo de concentración de los nazi que la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos tiene previsto destapar en 2025. “Agradezco tener el poder para contenerla y no permitir que nadie la vea nunca. Era mala, mala, mala. Pudo ser maravillosa, pero la fastidié”, dijo al respecto de una obra de la que se avergonzaba.