Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, gran parte de los nazis sobrevivientes responsables del Holocausto salieron victoriosos de cualquier tipo de castigo y vivieron el resto de sus vidas en paz. O mejor dicho, casi.
Para muchas personas la historia de estos personajes no podía terminar como un cuento de hadas, con un final feliz. Muchas de las victimas exigían justicia y, como esto no sucedía por la vía de la legalidad, decidieron llevarla a cabo con sus propias manos.
Abba Kovner (foto superior a la derecha) y el grupo Nokmim (palabra hebrea para “Vengadores”) decidieron actuar por su cuenta. Durante varios años y en diferentes continentes, los vengadores de judíos persiguieron y asesinaros a centenas de antiguos miembros nazis.
A pesar de que ya habían tenido lugar los juicios de Nuremberg, procesos judiciales bastante divulgados, más de 13 millones de hombres que contribuyeron al Holocausto permanecieron en la total impunidad.
Hablamos de los guardias de la SS y agentes de la Gestapo que invadieron los hogares, arrastrando a los ciudadanos aterrorizados hacia la calle, y asesinando y torturando a millones de judíos. Sin embargo, en los siguientes cuatro años a la rendición de Alemania, sólo 300 de estos hombres habían sido apresados.
Los aliados resolvieron que no valía la pena gastar tanto tiempo, dinero y esfuerzo para atrapar y procesar a, básicamente, toda la población masculina de Alemania Occidental. Así, estos hombres se vieron libres de cualquier acusación, incluso si cometieron genocidio.
Abba Kovner, un sobreviviente del Holocausto que había escapado del Gueto de Vilna a través del sistema de alcantarillas, decidió hacer algo al respecto. Luego de alejarse lo suficiente de este campo de concentración, se involucró con un grupo de combatientes de la resistencia y luchó contra los nazis, logrando liberar el lugar de donde había escapado.
Años después, ayudó a miles de judíos para que emigraran a Palestina y a luchar en la guerra de independencia de Israel (por sus acciones se le consideró un héroe), también se convirtió en un célebre poeta de la época. Pero antes de llevar una vida tan altruista, Kovner planeó la venganza contra los nazis que habían sacrificado a seis millones de su gente.
En el año de 1945, Kovner se convirtió en el líder del grupo judío de vigilantes conocidos como Nokmim (o Nakam). Los “Vengadores” provenían de todas las esferas sociales e ideologías, desde el comunismo al judaísmo ortodoxo. Aunque no todos habían pasado por los horrores Holocausto. Anteriormente muchos formaron parte de una unidad especial británica conocida como Brigada Judía, utilizando sus conexiones militares para obtener ciertas ventajas. A pesar de todas sus diferencias, todos tenían algo en común: deseaban con toda el alma matar unos cuantos nazis.
Durante la primera etapa de sus operaciones, los Vengadores iban cazando nazis, uno a uno. Se hacían pasar por agentes policiales, hacían arrestos falsos y, como era de esperar, estas personas nunca terminaron en ninguna prisión.
Muchas veces los Vengadores invadieron las casas de los hombres que habían trabajado en los campos de exterminio y los colgaban en sus propios garajes, haciendo pasar sus asesinatos como suicidios. Y nadie parecía darse cuenta de que un número tenebrosamente alto de ex nazis comenzaron a aparecer muertos a las orillas de los caminos, cubierto de huellas de neumáticos.
Era tanto el deseo de venganza de este grupo que un día se infiltraron en un hospital e inyectaron a una ex agente inválido de la Gestapo con una jeringa llena de queroseno.
Y no se anduvieron con rodeos. Viajaban por todo el mundo, desde Europa hasta América del Sur, buscando venganza a la vieja usanza contra los hombres que los habían masacrado
Sin embargo, Kovner no estaba del todo satisfecho con las estadísticas de muertes. Él creía en la ley del talión, y quería vengarse a una escala similar a la del Holocausto. ¿Los nazis asesinaron a seis millones de judíos? Pues bien, los Vengadores asesinarían a 6 millones de nazis.
Impulsados exclusivamente por el odio, Kovner y sus colaboradores desarrollaron un plan para envenenar el suministro de agua en Munich, Berlín, Weimar, Nuremberg y Hamburgo. Mientras sus hombres planeaban los detalles de la operación, Kovner fue a Israel y le solicitó ayuda al futuro presidente, Jaim Weizmann.
Presumiblemente, Weizmann habría ayudado a Kovner a adquirir el veneno para su plan (aunque hay un debate sobre si Kovner le explicó a Weizmann sus verdaderas intenciones), pero afortunadamente, la mayoría de los líderes israelitas quedaron horrorizados con el plan del vengador. Estos dieron aviso a las autoridades británicas de la situación, y Kovner fue arrestado.
Sin embargo, los Vengadores tenían un as bajo la manga. Bajo un nuevo líder, el grupo decidió infiltrarse en el campamento de prisioneros de guerra Allied Stalag 13 en Nuremberg. Si no pudieron matar a seis millones de civiles, al menos envenenarían a varios miles de prisioneros de guerra alemanes.
El grupo resolvió envenenar 3,000 piezas de pan de una fábrica que servía en la institución, un evento que aparentemente ocurrió en abril de 1946. La historia no es clara sobre lo que sucedió después.
Un artículo del 20 de abril del mismo año, destacado por el diario estadounidense The New York Timesmencionaba que 1,900 prisioneros de guerra alemanes habían sido envenenados. Sin embargo, las fuentes no se pusieron de acuerdo sobre el número real de muertos. Aunque algunos afirman que las muertes superaron los 1,000, la mayoría cree que los Vengadores solo alcanzaron a matar a unos 300 prisioneros.
El grupo continuó en su búsqueda de venganza hasta la década de 1950, aunque nunca más volvieron a cometer un ataque en masa. Con el tiempo se disolvieron, sus miembros tomaron caminos separados y desaparecieron en la historia.
Esta historia macabra añade una dimensión única a los horrores que se vivieron en el Holocausto y plantea varias cuestiones complicadas. ¿Tenían los Nokmim el derecho a hacerse justicia por mano propia? ¿En qué momento se volvieron tan despreciables como aquellos a quienes deseaban destruir? Nunca el término “violencia genera más violencia” tuvo tanto sentido. Tal vez los “Vengadores” judíos hayan nacido como unos guerreros justicieros, pero demostraron una cosa, que el odio no es exclusivo de los nazis o de cualquier otro grupo social.