En las últimas semanas se rompió la barrera de los 10.000 bolívares por dólar.
La Asamblea Nacional reveló que solo en el mes pasado, la inflación aumentó 26 por ciento, para alcanzar un acumulado de 249 por ciento entre enero y julio de 2017.
“El fraude constituyente no va a resolver esto. A los venezolanos ya no les alcanza ni para comer”, señaló el diputado de la Comisión de Finanzas, Rafael Guzmán.
El Banco Central de Venezuela (BCV), que depende del Ejecutivo, dejó de publicar esta cifra en 2015 argumentando que sus detractores daban un “uso político” a la información.
El último dato del BCV, presentado en enero de 2016, ubicó la inflación anual en 141,5 por ciento. Tratando de llenar este vacío, el parlamento asumió la responsabilidad de medir y difundir el avance del índice de precios al consumidor.
Ante el silencio y la opacidad del gobierno, proliferan los cálculos independientes. Ecoanalítica estima que la inflación creció 28,3 en julio. “En estos siete meses subió 280 por ciento, y el registro anual está en 738”, sostiene el economista Asdrúbal Oliveros, director de la firma de asesoría, tras advertir que para finales de año podría llegar a 1.500 por ciento.
Oliveros explica que la “agresiva devaluación de la tasa de cambio oficial” y la existencia de “mayores volúmenes de importaciones a tasa libre” golpean las estructuras de costos de las empresas y disparan los precios.
En Venezuela existe un férreo control de cambio desde 2003. La tasa Dicom, impuesta por el Ejecutivo, superó en marzo los 700 bolívares y hoy ya se acerca a los 3.000 bolívares por dólar. La tasa “paralela” o ilegal, muy inestable en las últimas semanas, rompió la barrera de los 10.000 bolívares por dólar.
Evaluar el comportamiento de la inflación no es tarea fácil en este país. Para precisar ese número, Ecoanalítica debe tomar en cuenta los productos subsidiados, aquellos que se venden en las cadenas de comercialización sin restricciones y, por último, los que ofrecen los llamados ‘bachaqueros’ o revendedores en el mercado negro, que amplía su cuota impulsado por la escasez. “Si nada más analizáramos los productos no regulados, la inflación sería mucho mayor”, acota Oliveros.